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Curar la eyaculación precoz de tu pareja

Las mujeres se preguntarán, “¿cómo le digo?” Para curar la eyaculación precoz de tu pareja, lo primero es que él sepa que la tiene. No hay nada de malo en abordar el tema, siempre y cuando se haga con tacto y delicadeza, ya que los hombres son muy susceptibles a todo lo relacionado con su desempeño sexual. Por supuesto que hay solución, si empiezan a entender qué es la eyaculación precoz, qué la origina y cómo se trata.

¿Cuándo se descubrió la eyaculación precoz?

Esta disfunción sexual masculina -no, no es una enfermedad- se descubrió, por así decirlo, en el siglo XIX, cuando se publicó el primer artículo médico sobre el tema. Sin embargo, la medicina y la psicología han tenido que recorrer un largo camino para encontrar las soluciones más adecuadas y efectivas para curar la eyaculación precoz, ya que las causas son diversas, cada paciente representa un reto diferente.

Ya para el siglo XX, había pistas más cercanas acerca de qué era y cómo podía curarse este padecimiento. En el auge del psicoanálisis, la corriente freudiana afirmaba que tanto la eyaculación precoz como la disfunción eréctil (entonces llamada impotencia) se debía a “una neurosis generada por conflictos inconscientes de los individuos, que centraban todo en el pene con un profundo trasfondo narcisista.

. Hoy sabemos que la disfunción eréctil no tiene nada que ver con eso y que la mayor parte de los casos de eyaculación precoz,  son multifactoriales donde  algunas conductas aprendidas  pueden corregirse, y si bien no las llamaríamos “narcisistas”, sí podrían estar relacionadas con una percepción muy individual de los varones en cuanto al placer. Ya profundizaremos en esto más adelante.

Pero, ¿qué decía entonces la medicina? La urología afirmaba que la eyaculación precoz podía deberse a hipersensibilidad en el glande o bien, un defecto en el frenillo -demasiado corto-. Las soluciones propuestas por esta escuela eran los anestésicos locales y cirugía de frenillo.

Hacia la segunda mitad del S.XX, la psicología (ya no el psicoanálisis) planteaba que la eyaculación precoz era generada por un problema de ansiedad y por lo tanto, lo que debía tratarse era esta emoción. Digamos que “casi” dieron en el clavo. Por su parte, la urología adjudicaba esta disfunción a un “sistema de eyaculación débil”. Lo más acertado entonces es que la eyaculación precoz podría deberse a una combinación de ambas causas: orgánica y psicológica. Así se consideró hasta los años 70, cuando las mujeres inician el movimiento de liberación femenina y la píldora anticonceptiva cambia por completo la forma de vivir la sexualidad.

Ellas reclamaban su derecho a sentir placer y no limitar el sexo a una mera función reproductiva. Eso cambió también la forma en que los hombres empezaron a percibir su desempeño en la cama. Decíamos que se  consideraba la eyaculación precoz como un trastorno narcisista, bueno, no es que para los varones las relaciones sexuales se trataran sólo de su placer, pero las mujeres estaban más acostumbradas a no hablar de sus necesidades, sus fantasías y deseos. Hoy eso ya no aplica, al menos para una buena parte de la población femenina.

En los siguientes 20 años, surge y se desarrolla la corriente conductista y con ella, la Terapia Sexual. El matrimonio formado por el Ginecólogo William Masters y la Sexóloga Virginia Johnson, fue pionero en el estudio de la Respuesta Sexual Humana, realizando una minuciosa y larga investigación del comportamiento sexual en numerosas parejas. Después de analizar los datos obtenidos, establecieron 4 fases en las relaciones sexuales: excitación, meseta, orgasmo y resolución. 

¿Por qué es tan importante este dato? Porque es precisamente en el conocimiento y dominio de estas 4 fases, en lo que se basa el tratamiento para curar la eyaculación precoz.

Masters y Johnson, a quienes posteriormente se sumó la Psicóloga y Sexóloga Helen Kaplan, establecieron que la principal causa de la eyaculación precoz era un mal aprendizaje, es decir, conductas erróneas que se iniciaban con las primeras prácticas sexuales en la adolescencia y nunca se corrigieron; con la autoestimulación urgente, ansiosa y muchas veces hasta obsesiva, el individuo desarrolla un patrón de eyaculación apresurada, prematura, que se repetirá todo el tiempo aún en la práctica sexual con una pareja.

En resumen, estos especialistas descubrieron que la eyaculación precoz es una conducta aprendida y que por lo tanto, puede curarse modificando este comportamiento. La terapia conocida como Cognitivo-Conductual-Cognitivo: cómo aprendimos algo. Conductual: cómo ese aprendizaje determina nuestras conductas es, hasta la fecha, la más aplicada en el tratamiento de la eyaculación precoz. Las conductas mal aprendidas se determinan, se hablan y se tratan en el consultorio y se modifican ejecutando ejercicios especiales en casa.

Y es aquí donde la pareja juega un papel fundamental.

¿Cómo curar la eyaculación precoz de tu pareja?

Reeducando para el placer. Para empezar, deben saber que la eyaculación precoz es un padecimiento difícil de detectar y por lo mismo, pocos varones obtienen un diagnóstico médico acertado, aunque para las parejas pueda ser muy evidente. Es todo un proceso que pasa por la fase de ansiedad, enojo, desilusión, problemas en la pareja hasta llegar a la aceptación de que se tiene un problema, y después, el tratamiento. Por fortuna, las más de las veces es exitoso y para siempre. Sí, una vez que se reaprende la forma de tener relaciones sexuales plenas y placenteras para ambos, la eyaculación precoz difícilmente volverá a aparecer.

Paso 1: hablando se entiende la gente

Si crees que tu pareja padece eyaculación precoz y él no ha tomado cartas en el asunto, debes decírselo. Con cuidado, con tacto, busca las palabras correctas y sobre todo, ten presente que él puede estar pasando por uno de los tragos más difíciles de su vida. Ponte en sus zapatos, su pareja le está diciendo que “no es bueno en la cama”, con justa razón, su reacción puede ser negativa.

Infórmate, habla de los dos, no de ti solamente. Ambos tienen la oportunidad de tener una vida sexual más satisfactoria y para eso existen expertos que pueden ayudarles. Sé compasiva y hazle saber que no es su culpa, es algo que le ocurre a millones de parejas y que no hay nada de malo en buscar asesoría profesional, ¡al contrario!, si recorren juntos este camino, la vida sólo puede ser más feliz.

Otro punto importante es que debemos entender la diferencia entre querer que la relación sexual dure más y un problema real de eyaculación prematura. Para darnos una idea más clara, los expertos coinciden en que se considera eyaculación precoz cuando el tiempo de latencia intravaginal es de alrededor de dos minutos o menos. Otro factor importante es que, más que una cuestión de tiempo, se trata de una falta de control sobre el impulso de eyacular. Cuando se eyacula ante el mínimo estímulo, aun antes o inmediatamente después de penetrar sin que él pueda evitarlo, y esto es una constante en la mayoría de los  encuentros sexuales, entonces sí tenemos un problema de eyaculación precoz.

Paso 2: busquen ayuda profesional

Una clínica de salud sexual masculina certificada y donde atienden verdaderos profesionales en la materia, es el lugar indicado para encontrar la solución. 

Olvídate de las recetas caseras, remedios naturales o de los productos milagro que se anuncian en internet o en programas de espectáculos. Si estos productos funcionaran, no habría eyaculadores precoces ni las clínicas tendrían tantos pacientes.

Una vez que el médico calificado les haya dado un diagnóstico y determine las causas -normalmente esto ocurre en la primera consulta-, les recomendará el tratamiento a seguir. 

A menos que exista algún problema fisiológico como hipersensibilidad en el glande, un problema de próstata o algún proceso infeccioso en los conductos que transportan el semen, el tratamiento seguramente consistirá en una combinación de medicamentos (para ayudar a controlar la ansiedad y/o retrasar el reflejo eyaculatorio), asesoría sexológica y una serie de ejercicios diseñados por especialistas, consistentes en fortalecer los músculos pubocoxígeos que intervienen en el proceso de eyaculación (piso pélvico) y sobre todo, en revertir los malos aprendizajes que causaron la eyaculación precoz.

Paso 3: sigan al pie de la letra las indicaciones del especialista

Para tratar la eyaculación precoz de tu pareja, es muy conveniente que participes en el tratamiento, siempre que él lo acepte y tú estés dispuesta. Además de darle un “soplo de aire fresco” a su vida en pareja y fortalecer los lazos, el resultado será mucho más rápido.

Los ejercicios para la eyaculación precoz deben ejecutarse tal y como lo indique el médico o terapeuta sexual, en la comodidad de la casa y sin interrupciones, respetando las fases y tiempos que el especialista les dicte.

El objetivo es aprender bien lo que hicimos mal: reconocer las etapas por las que pasa nuestro organismo, desde el cerebro hasta los órganos genitales, durante una relación sexual. Hablamos básicamente de las 4 fases reconocidas por Masters y Johnson: excitación, meseta, orgasmo y resolución.

Todo empieza en el cerebro. El deseo sexual, la primera chispa, se enciende ahí. Los pensamientos son inducidos por los sentidos, estimulando las áreas del cerebro que impulsan la imaginación. Las conexiones con los centros de control hormonal ordenan secretar testosterona y otras sustancias para incrementar el deseo sexual. Algo así como “yo solo, tú sola, la casa sola. Tú y yo viendo pelis…no sé, piénsalo”. 

  • Fase de excitación. El detonador puede ser cualquier cosa: un beso, una caricia, una imagen, un olor, una conversación o el capítulo de una novela romántica, cada quien tiene los suyos, pero se cree que los hombres tienden más a excitarse con los estímulos más visuales. Aquí empiezan las señales físicas de excitación: el pene se agranda, se endurece y se eleva (erección). En las mujeres, la vagina y la vulva se dilatan y lubrican. Hasta ahí, todo bien.
  • Fase de meseta. Ojo aquí, esta es la fase que no logran reconocer ni atravesar los eyaculadores precoces. El pulso cardiaco aumenta, la respiración es más agitada, la piel se enrojece, la tensión muscular se incrementa y nos invade una sensación de urgencia por descargar la tensión sexual que hemos estado aguantando durante el coito. El hombre debería reconocer estas sensaciones y ser capaz de prolongar voluntariamente la llegada al orgasmo.

En alguien que padece eyaculación precoz, estas sensaciones ocurren de manera tan rápida, que no se perciben, la llegada al orgasmo es impulsiva, inmediata, dejando una sensación de insatisfacción. 

  • Fase del orgasmo. Aquí el pulso cardiaco llega a su máximo nivel y la tensión muscular es tal, que se producen contracciones involuntarias en el pene, la vagina y el esfínter anal. El hombre eyacula, experimentando una sensación de piel erizada y alivio. Puede haber gemidos, risas, suspiros o incluso llanto, aunque esto varía en cada persona. Es probable que esto tampoco le ocurra a un paciente con eyaculación precoz; simplemente dispara el semen, sin sensación de verdadero placer. Y de su pareja, ni hablamos.
  • Fase de resolución. Es el restablecimiento del estado físico y emocional después del orgasmo. En los varones, existe el llamado “periodo refractario”, durante el cual le es imposible volver a lograr una erección, hasta después de un buen descanso.

Reconocer cada una de estas fases y aprender a dominar el cuerpo y la mente, es indispensable para abordar la eyaculación precoz de tu pareja. El experto en salud sexual masculina puede guiarlos en el proceso de recuperar el placer de mantener relaciones sexuales más duraderas.

Conclusiones

Buscar una mejora de la eyaculación precoz es cosa de dos, ya que ambos se ven afectados por esta disfunción.  

Recomendamos asistir a una consulta con un médico experto en salud sexual masculina y realizar el test online y gratuito sobre eyaculación precoz que siempre recomendamos desde este espacio. 

¡Muchas gracias y hasta pronto! 

Artículo validado por Juan Manuel Martinez Preciado, Médico Cirujano con Maestría en Sexología clínica, integrante del grupo de dirección médica internacional Boston Medical Group.

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